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Pata Santa

Index: Las doce figuras del mundo, Seis problemas para don Isidro Parodi, OCC,Obras completas en colaboración. Buenos Aires: Emecé, 1979. 22.
Type
N

"precioso elemento electoral," a thug in Bustos Domecq story

Parodi: 1) “la barra de Pata Santa”: se da el nombre de ‘barra’ a un grupo duradero de amigos que comparten su tiempo libre frecuentando los mismos lugares. En la obra de Bustos, varios personajes forman parte de alguna ‘barra’, que se identifica o bien por el nombre del cabecilla, como la de Pata Santa (apodo burlesco que suele aplicarse al individuo que cojea), o bien por la actividad que los ocupa: en otros lugares se mencionan la barra de los farristas, la barra de los mirones, la barra de los que viajan en el camión, la barra de escuchas, o por el lugar donde se reúnen regularmente, la barra de la Confitería del Molino, la barra del Campus. En Bustos Domecq, la mayoría de los personajes, incluido él mismo, son mencionados por su nombre y por uno o varios apodos. Hay personajes, como Fingermann, Frogman, Barreiro, Fainberg, que acumulan gran cantidad de motes. En las entradas quedan también registrados los personajes, en general secundarios, a los que se hace referencia sólo por un apodo. En el caso de Pata Santa, además de una posible alusión a una discapacidad física del personaje, podría tratarse de la evocación de otro Pata Santa, un delincuente real, famoso a fines del siglo XIX, “ratero y protagonista de hechos célebres en la ciudad, preso innumerables veces por hurtos menores”. (Barry 48, citado de la Revista de Policía de la ciudad de Buenos Aires 9, 1882).

2) “un precioso elemento electoral”: en tiempos en que el fraude electoral era la regla, los caudillos políticos tenían a su servicio a matones encargados de forzar a favor de su partido el resultado de las elecciones. Pata Santa era uno de esos personajes, a los que se identificaba como “elemento electoral” de algún caudillo barrial. En Carriego 117, Borges evoca aquellos tiempos del barrio de Palermo: “Porque la votación se dirimía entonces a hachazos, y las puntas norte y sur de la capital producían, en razón directa de su población criolla y de su miseria, el elemento electoral que los despachaba. Ese elemento operaba en la provincia también: los caudillos de barrio iban donde los precisaba el partido y llevaban sus hombres. […] La aplicación de la ley Sáenz Peña, el novecientos doce, desbandó esas milicias.”