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Pees, Jean or Juan P.

Index: Un modelo para la muerte, OCC,Obras completas en colaboración. Buenos Aires: Emecé, 1979. 192. El teatro universal, Crónicas de Bustos Domecq, OCC,Obras completas en colaboración. Buenos Aires: Emecé, 1979. 331.
Type
N

“En el último potrero del campo, que linda con el de la laguna de los cisnes, poco tiempo atrás (antes de 1935)  encontraron asesinado, no lejos del rancho donde vivía, a don Juan P. Pees. Este hombre había olvidado el bearnés natal y no había aprendido el español. Tenía barba, se vestía con la ropa que tiraba su hermano (del mismo nombre, Juan P. Pees), y todos los meses cobraba una suma bastante considerable por el arrendamiento de unas hectáreas de campo de su propiedad. Cuando lo asesinaron, había recibido esa mensualidad y todavía no se la había dado a su hermano, como era su costumbre, para que la trabajara.” He was on Bioy Casares’ ranch in Pardo. (Mentioned in Bustos Domecq and Suárez Lynch.)

Parodi: 1) “las inolvidables tertulias de Juan P. Pees”: el nombre mencionado coincide con el de un personaje real que Bioy menciona en varios lugares de su obra personal (Descanso, Memorias, Una muñeca rusa, Memoria sobre la pampa y los gauchos). Juan o Jean P. Pees era capataz de la estancia de Rincón Viejo, en la localidad de Pardo, desde la época en que la administraba el abuelo de Bioy Casares, Jean Baptiste Bioy. Hacia fines de 1910 o principios de 1920, Pees pasó a arrendar el campo de los Bioy. Lo mismo que la familia de Bioy, Pees provenía de los pirineos bearneses. Bioy lo describe en Memorias 18-19: “El arrendatario fue el viejo capataz de mi abuelo, un bearnés duro, pero no desprovisto de picardía, de cara colorada y ojos como impávidas piedritas verdes, que miraba al interlocutor con una sonrisa irónica, incrédula, de disentimiento. Cuando estaba con personas a quienes quería expresar respeto (por ejemplo, mi madre), para no cometer la descortesía de quedarse callado, daba un paso para atrás y otro para adelante, abría y cerraba los brazos y repetía en voz apenas audible: “La puta, carajo, la puta, carajo”. Al morir dejó varias casas de comercio y miles de hectáreas en propiedad o en arrendamiento.” En 1935, el contrato de arrendamiento de Pees había caducado y Bioy se instaló en Pardo para encargarse de la administración de la estancia; recuerda en Memorias 70: “Nuestro arrendatario, aquel bearnés bajito de ojos pequeños, duros, astutos, me entregó el campo. Dando un paso para adelante y otro para atrás, juntando y separando los brazos, me dijo: “Te vas a fundir, como todos los Bioy, la puta carajo. El único que sabía trabajar era tu abuelo, la puta carajo.” En 138-139, relata Bioy: “En el último potrero del campo, que linda con el de la laguna de los cisnes, poco tiempo atrás encontraron asesinado, no lejos del rancho donde vivía, a don Juan P. Pees. Este hombre había olvidado el bearnés natal y no había aprendido el español. Tenía barba, se vestía con la ropa que tiraba su hermano (del mismo nombre, Juan P. Pees) y todos los meses cobraba una suma bastante considerable por el arrendamiento de unas hectáreas de campo de su propiedad”. Sospechoso de ese asesinato fue Cipriano Cross (cf. “Naturalismo” §1). Juan o Jean P. Pees es mencionado también en Crónicas, “El teatro universal”, como seguidor de Maximilien Longuet; cf. §3, y en Descanso 17 y 135.

2) “Jean Pees y Carlos o Carlota Saint Pe”: Bustos transcribe este dato, aunque admite que los nombres pueden estar “trabucados” o ser apócrifos. El primer nombre ya fue mencionado en Modelo v §59; coincide con el de un personaje real conocido de Bioy. Los dos apellidos mencionados son vascos, de la región francesa de los Pirineos atlánticos; en esta región abundan las localidades cuyo nombre comienza por Saint-Pé, Saint-Pe o Saint-Peé, formas que también se encuentran como apellidos familiares.